La infancia del universo te nombró el sueño de mis ojos.
En cámara lenta canalizo nuestro encuentro,un beso es el comienzo para atraer tu alma.
Carcajadas brotan de una boca minuciosa,instalando en cada rincón flores de nácar.
Manos de algodón que frotan mi rostro,sosiega de viveza mi espíritu cromático.
Cariño,te amo como París ama la luz de su fe.
Examinó la tonalidad del astro que te eligió como fortuna en la tierra.
A un paso de ti,descubro pasión y armonía,donde nace el canto del ave.
El piano delira en notas musicales cuando expresó el tacto de tu piel.
Tu voz es un mantra combinado con el sol,el silencio de la luna me tatúa tu nombre.
Un grito de guerra a mi corazón,bajo dos árboles vi tu miedo al despido.
La vieja estación vio el futuro,palmo historia en nuestros nudillos.
En sus encumbradas aberturas reflejo repetidamente la escena de nuestra unión.
La ciudad del romanticismo nos envidia,lo real vive detrás del telón.
Al teatro pálido,lo trazamos de color esmeralda y un público entusiasmado.