Cuando joven vi un mundo
Vivaz y atrevido, sin miedo a morir
Desnutrido hasta el hartazgo
Hambriento de humanidad y llanura
De bosque y ambrosia
De sueños lejanos y cielos de plata
De rostros anhelados y de largos caminos
Alimentado en exceso de confianza
Ahora veo un mundo viejo
Cansado, inmovil
Incapaz de cambiar
Incapaz de avanzar
De piernas cortas
De laberintos circulares
De jardines interminables
De cielos intermitentes
De atardeceres oscuros
De arboles caidos en tardanza
Sostenido de tristeza hasta al hartazgo
Y de pie en alfileres, aun en pie