En los ojos como un demonio
se cruza el abecedario
entonando suaves súplicas
instaladas en sótanos sin penumbra, rojos.
Matices de un tiempo estelar
roña de los vacíos intestinos,
donde aparecían con misericordia
las razones ecuménicas del plagio.
Oh sombras rojizas del atardecer
donde vomité mis pedazos de materia
en las orgías veraniegas
en que un fusil respondía con asechanza!
Miradme ahora, mitad hombre mitad serrucho,
incorporando a la leñera
rosas de un injerto disciplinado.
En los ojos, como un demonio,
se cruza el abecedario-.
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