Me sumerjo en el escarnio
del vacío que desliza
el onírico abandono
del repudio sibarita.
Y el ultraje descarnado
se marida en el estigma
con la pompa deshonesta
de un desaire con mil ínfulas.
Allá va, a la sepultura,
la esperanza fugitiva
que creyó en unas promesas
reducidas a mentiras.
El sepelio del afecto
lo consagran las reliquias
de efemérides borradas
en el mármol de esta cripta.
De esta cripta de amoríos
donde yacen las esquirlas
de los besos olvidados
en la gris melancolía.