Cultivo en piel
una especie de canto
dotado de sinrazones.
Una porfía
como la del Quijote,
que sigue su estrella imaginaria.
Una quimera
que está atada
a los últimos suspiros
de la vida.
Una locura
por llegar
más allá de lo aparente.
Un anhelo
por internarse
en las entrañas de la muerte
y clavar allí, algunos versos...