Al maestro Rubén Darío
¡Oh maestro del mundo celeste!,
¡oh panida del verso y la prosa,
erudito con rimas del Este,
caminante en misión laboriosa!
Ya las ninfas conquistan la gloria
y hasta Venus se sienta en su trono;
ya las musas anuncian «victoria»
con el canto sublime del mono.
Lo profano tu mente la inunda
el detalle que aflora la aurora;
lo divino es un néctar que abunda
donde el mundo te sigue y te adora.
¡Oh prodigio y lector de Cervantes,
de Montalvo, Zorrilla, Espronceda,
también Hugo endulzó tus instantes
y en tus versos la gnosis se queda!
¡Oh gran bardo, del mundo, viajero,
capitán de la lírica guerra,
seductor de la plácida tierra;
inmarcesible y aventurero!
Guerrillero con poemas de oro
y con pluma de mágico estilo,
¡oh soldado del pueblo que adoro!,
¡oh maestro sereno y tranquilo!
Ya el gran cisne bautiza tu frente
bajo el sello que puso Pegaso;
simbolista, audaz, elocuente
son tus versos la puerta al Parnaso.
Samuel Dixon