Cada noche es un dilema,
la incertidumbre me rebasa…se va esparciendo,
se derrama la ansiedad por reencontrarnos,
se apodera de los sueños…
y los sueños resolvieron alejarse de esta angustia.
La agonía de no verte…de no tenerte…
de haber perdido el centelleo de tus ojos…
nada queda.
Cada noche es un martirio,
un encuentro con tu frío desapego…
con la ausencia de tu aroma.
Se evapora poco a poco tu silueta…
se convierte en negra sombra,
y se pierde en la oscura consecuencia de tu enojo.
Ya no escucho los acordes de tu voz,
se extinguió la dulzura de tu encanto…guarda silencio,
hoy es solo la callada evidencia... de tu melancólico despecho.
Cada noche es un suplicio,
esa duda que se enfrenta con mis miedos,
el temor de terminar sin un adiós…
y acabar abatido en la añoranza.
Cada noche es un tormento…
una guerra despiadada de caprichos…
en el campo del desvelo,
confrontando a este insomnio testarudo.
La batalla más feroz…
entre el olvido y los recuerdos.
Cada noche se va haciendo insoportable,
un brutal escenario de lamentos…
en un desierto interminable de tristezas.
Un suspenso enganchado a la nostalgia,
un suceso solitario escoltado de esta pena.
Cada noche cae el manto abrumador de esta amargura…
la verdad de saber que se acabó…
que es inútil insistir en tu regreso…
que es más fácil enterrar este fracaso…
que es mejor sepultar la frustración…
de este amor humillado y despreciado…
Cada noche es espantoso fenecer…
sin estar muerto.