El otro día,
me corté yo misma el pelo,
con un escarpelo,
con precisión quirúrgica,
me coloqué en el rostro
un negro velo.
El mensaje que escondía,
no era un caramelo,
sino una mujer,
tirada por el suelo,
por llevar mal un velo.
¡Muerta de miedo!
Algo que nunca habría querido,
un sicario,
un dromedario mal herido,
en escenario,
mi cruel marido.
No todos los esposos son iguales,
ni todas las esposas sumisas,
ni todas las circunstancias normales,
ni todas las impaciencias son prisas.
Abren en sus causas los cielos
gritando a bombo y platillo,
corriendo por el pasillo,
¡Me mata de celos!
Soy igual que tú,
aunque diferente,
por mucho que diga la gente,
soy, mujer,
soy querer,
soy amor,
soy valor.
Pon respeto en los cielos,
confianza,
y los pies en el suelo.
Si te sirve de consuelo:
¡Soy igual que tú!
El anverso del verso ©2023
Homenaje a la mujer
Alfonso J. Paredes.