Miguel Ángel Miguélez

Bajo cero

 

 

 

 

 

 

Te pido, vieja compañera oscura,

guijarro que se estrella ante un vacío

cuyo peso, al final, es solo mío...

¡Acaba de una vez esta tortura!

 

Las horas mutiladas en la hartura,

la monótona música, el hastío,

el cansancio, el infierno, el fuego, el frío

en los huesos, la llaga y la locura.

 

 

Nada sucede, gris están la tarde,

la noche, la mañana... el día entero

y aquellos que me queden por venir.

 

Es vana la esperanza. Ni el sol arde

ni el viento sopla. Todo bajo cero

y, en el alma, el deseo de morir.