Te pido, vieja compañera oscura,
guijarro que se estrella ante un vacío
cuyo peso, al final, es solo mío...
¡Acaba de una vez esta tortura!
Las horas mutiladas en la hartura,
la monótona música, el hastío,
el cansancio, el infierno, el fuego, el frío
en los huesos, la llaga y la locura.
Nada sucede, gris están la tarde,
la noche, la mañana... el día entero
y aquellos que me queden por venir.
Es vana la esperanza. Ni el sol arde
ni el viento sopla. Todo bajo cero
y, en el alma, el deseo de morir.