Quisiera saber cuanto tiempo resta de condena
para encontrar un motivo de liberarme de mis cadenas,
tal vez volver a ver a Helios sobre la sombras que apenan,
tal vez sacar aromas exóticos de la simple y sosa hierba.
Tu nombre suena a miedo con valentía del temor a ser,
proclamando al dichoso en el inmenso desierto,
preparando los caminos de mi destino hacia ti:
tornando rectos todos sus callejones, vías y senderos.
Cada ápice de tu piel parece advertencia del destino tirano,
prohibición de perderme en una existencia distinta a la mía;
pero he decidido en medio del mar de mi extravío y aventura
arribar y explorar tu mundo como promesa de nueva vida.
Al estar al borde del acantilado, mirando al puro vacío
solo dos cosas por elegir restan al que allí esté:
desistir o lanzarse nuevamente a los brazos del azar.