Deja que tu piel,
hecha de arena fina,
baje una por una
las estrellas hasta mi altar.
Deja que el torrente
del amor en tus mejillas
apague los incendios
que consume mi soledad.
Deja que el recuerdo
que tejiste en mi alegría
junte con tus manos
las delicias del soñar.
Pon las madrugadas
a solearse en mi nostalgia,
y al mar infinito
llévame sin despertar.
Bórrame las penas
que me ahogan cada día.
Búscame un instante
en el eco del placer.
Quiéreme sin miedos,
cántame las notas
que en tu pentagrama
con mis besos dibujé.