Mi lengua es encantadora,
cuando crece es liberal
aunque no siempre es cordial
mas con paciencia mejora.
Siempre que juega en sus parques
con mucho espacio, espontánea,
la respuesta es instantánea
no pretende que la enmarques.
Con sus mezclas es intensa,
vigoriza la emoción
cuando siente la ocasión
hay que ver cuánto condensa.
En senderos irresolutos
lo vivido es muy incierto;
no es saeta, es un concierto
y sin dones impolutos.
Convivo con lo contable
y sueño lo ilimitado,
aunque no haya en el mercado
el signo es inagotable.
Cuánto recorre mi lengua
el sinfín de la mixtura
pues reserva la soltura,
la pasión que nunca mengua.
No hay un magro vaticinio
que vaya a prohibir mi juego,
negar mi sangre en trasiego
a los campos de exterminio.
La palabra no es de carne,
¡porque el goce siempre vive
en quien sueña, en quien cultive,
sin duda habrá... quien la encarne!