Flor es una niña muy joven para su corta edad de veinte años. Flor era tan dulce y con tantos aromas en su piel de niña que era muy dulce como las fresas o con esa fragancia de rosas innatas en su bendita piel blanca. Flor camina muy lejos de su hogar y cree en saber regresar a su pequeño hogar, sí, que lo puede saber. Sus padres se llaman Juan y Julia, y son unos padres muy responsables, pero, la delicadeza que tienen con Flor les va afectar en un futuro. La niña Flor que tiene ya veinte años de edad, quiso ser como la misma flor llamadas margaritas. Y ella en su afán de querer hallar el amor se encuentra abastecida de una carencia de amor, aunque sus padres Juan y Julia, le ofrecen todo lo que ellos le pueden ofrecer, la niña creció de una sola carencia y fue del amor de un niño. Flor como única hija del matrimonio entre Juan y Julia. Se torna cada vez más exasperante de creer de que la niña creció sin el amor de un niño hombre en su seno hogar. Y la niña cada vez va creciendo y queriendo hallar el amor de un niño de su misma edad. Flor va en busca de frutas como lo son las naranjas, chinas, manzanas, y frutas para poder alimentarse bien en el bosque cerca de su hogar llamado “El Tupido”, ella en su inconsciencia de creer en el regreso a su hogar se extravía en ese tupido bosque lleno de muchas frutas, vegetales, y de madera de la buena como lo es la caoba, nogal y el roble, el cual, es el que más abunda allí en el bosque “El Tupido”. Flor quedó con un silencio mortal entre su boca y su carisma de niña a mujer, porque su boca y sus labios enmudecen tanto como el silencio que habita en ese bosque por el día y más si es de noche. Flor como la flor en ese bosque escondida un día no regresó a su hogar, pues, en el callar de la flor marchitó de espantos nocturnos cuando vio el tormento entre su piel blanca y sus ojos de luz como la luz de un lucero. Y Flor perdida como el aroma de su piel bendita e infinita como el bosque llamado “El Tupido”, que aunque fue hacia el venidero instante de creer en el fin de su corta existencia, pero, tan larga como infinita como la misma luz de su propia alma. Y Flor en ese día de búsqueda de frutas para ser comibles como alimento para ella y sus padres, no se percató de que pernocta allí mismo en el bosque llamado “El Tupido”, con las flores agradables a su nariz y a su olfato. Flor perdida y sus padres dormidos en el hogar cerca de ese tupido bosque, el cual, posee el más inmenso de los temores cuando crece el miedo y el horror de creer en el atemorizante camino en que ella recorre en ese tupido bosque llamado “El Tupido”. Porque cuando Flor observa una rosa muy llamativa al color amarillo es cuando se mira en su propio espejo saludando desde lejos la caricia de su propio rostro y no se percata de que el tiempo corre como el mismo imperio de sus propios ojos, y corriendo lejos de allí mismo. Y Flor sin poder caer lejos del tiempo y más del mismo soslayo quedó sin infringir el tiempo y más de la edad promedio de hacer creer en el tiempo una sola osadía en que por el día quedó Flor perdida como la flor perdida y con esa rosa llamativa de color amarillo sólo se vio Flor reflejada en esa rosa como si fuera un sólo espejo donde llama a su llamativo rostro. ¿Y qué del alma de Flor?, ¿dónde fue a parar su corta luz?, pero, muy atrayente, muy vivaz, muy clandestina, muy impasible, y muy carismática, y es luz de su propia alma, ¿a dónde fue a parar?, si entre aquel otoño cayeron las hojas de ese fresco racimo de hojas secas, pero, esa luz de su propia alma, ¿a dónde fue a parar?, si en el cielo, o en el suelo o muy atrapada entre escombros de la realidad en que el bosque tupido, sí, así se llama el bosque “El Tupido”, ató y atrapó y encadenó la furia de esa luz de su propia alma, y a dónde fue a parar, si en el cielo o en el suelo o entre la luz llamativa, translúcida de un amarillo como era esa flor amarilla en que le atrapó su rostro y más a sus propios ojos de luz y como a un espejo. Y Flor quedó como un sólo tiempo, como un sólo deseo, como una sola hora perdida, en que se cuece hasta el alma y hasta el deseo de entrever el siniestro cálido de creer en el combate de ver y de creer en una sola salida de ese bosque tupido por las ramas fuertes de los árboles de caoba, nogal y roble. Flor pasó sin ser desapercibida al lado de esa rosa amarilla, y la miró constantemente y sutilmente destrozando el reflejo de esa rosa amarilla entre sus ojos de luz y la caricia de su propio rostro. Cuando por fin se miró fijamente en esa rosa amarilla se dedicó a ser la niña más hermosa de la vida, y de que el mundo sólo se ve pequeño al lado de sus ojazos. Flor era la niña más hermosa del bosque llamado “El Tupido”, y así fue, pues, su carisma sólo la elevó a ser la niña más hermosa de todo un bosque y tan tupido con esas ramas de los árboles de caoba, nogal y roble. Y se llenó de suspicacias y de temores inciertos cuando en su afán de creer en el alma a cuestas de la razón se perdió Flor en ese bosque triste y tan tupido como esas ramas y frutos de los árboles. Y por buscar un fruto halló lo que nunca a una rosa de color amarillo, y tan hermosa y llamativa como el color de sus ojazos clavados en la rosa amarilla.
Continuará……………………………………………………………………………………………