He visto gente en los túneles del metro,
durmiendo. Parados, cesados, vacantes,
fugitivos de un tiempo que se les vino encima
demasiado pronto, ignorantes de su propia
suerte. Gatos panza arriba defendiéndose
de la extraña actividad de las calles, que se suceden
vertiginosas arriba, intentando que las botellas
no se les acaben. Descansando del error cósmico
de una vida urbana que los detesta, por ser parásitos
en un mundo acomodaticio. He visto gente
dormitando, en hileras sucesivas, cerca de una tumba
que desaparece. Porque el metro es hoy así, una sepultura
para los más jóvenes de nosotros. Un hito sin avance
en el camino del progreso-.
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