En el blancor de tu piel encendido
habitan cuerpos de estrellas
que en tu interior resplandecen bellas
dándote por fuera claridad y brillo.
Y deseo que tus brazos sean mi cuna,
ser arruyada con la música de tu pecho
sentirte, en la cálidez de nuestro lecho,
tu desnudez entre las sábanas de luna.
Besar tu cuello, dulce carne de rosa
blanca y esplendorosa,
alcanzando una luciente pasión.
A la luz de tu cuerpo, entregarme
¡Enciéndete! Y he de cegarme
queriendo besar tu corazón...