Un rotundo silencio,
gargantas desgarradas.
Tras darnos amor
durante la mágica noche.
Aún siento como
mis labios se perdían
entre tus hermosos
senos de marfil.
Bajando al igual
que el río de la montaña
desde tu vientre
tan bello como el nácar
hasta hacerte cosquillas
en tus pies de seda,
provocando un éxtasis
a tu alma pura.
Percibo como tus labios
acarician mi cuello
viajando al placer.
Con tus manos
me agarras para
adentrarme dentro
de ti y explorarte
poco a poco.
Nuestros corazones
salen despedidos
a perderse en este
laberinto de sábanas.
Noto como tu calor
recorre mi cuerpo,
tan ardiente como la lava,
tan placentero como la vida.
Agotados nuestros
cuerpos inmaculados,
contemplo a mi vida
en los brazos de Morfeo.
¡Hasta así es guapa!
La besó en la mejilla
y le escribo un poema,
mientras nuestros
cuerpos se atraen
cayendo sobre
los brazos de Morfeo,
hasta la llegada
de la blanca Luna.