Tus labios tocan suave, y atardece,
se escuchan los arpegios a deshoras,
en horas inconclusas enardece
el centro de mi alma cuando imploras.
Mi pecho alimentándote, enloquece
tu anhelo y mi deseo te devoras,
despacio, muy despacio y anochece
tu nota en la cadencia de la aurora.
Danzamos al compás del firmamento,
las manos enlazadas, como un alma,
y el tiempo ya sin tiempo para amarte.
Descansa con mi pulso en un momento,
mañana empezaremos, más, con calma,
haciendo melodioso nuestro arte.