La niña Flor se sintió como esa misma flor de color amarillo. Cuando en su afán de creer de que estaba y se halla sola y en eterna soledad en medio del bosque “El Tupido”, es cuando la niña Flor siente mucho miedo y temor al quedar completamente en silencio y en la eterna soledad en medio del bosque “El Tupido”. Allí, no habían ninfas ni ángeles de la guarda ni duendes ni elfos, que le pudieran ayudar o hacer de su estancia una promesa de vida. Porque cuando la niña Flor se da cuenta de que se halla huérfana en medio del bosque y que en silencio hace remolino en sus oídos, y que el bosque “El Tupido”, está realmente tupido por ramas altas y por arbustos. El alma de la niña Flor teme y tiene pena de lo que realmente le ha pasado, se le olvidó el camino a regresar y que su insistente corazón va más allá de los latidos fuertes, sino que ya casi se muere del susto y que pronto llegaría la terrible noche a sentirse fría, álgida y tan friolera como la misma noche. Flor quedó como el cometa de luz, pero, esta vez apagado, inerte e inmóvil y sin luz. La niña Flor quedó sumida de un espanto y tan seguro como el de creer en esa flor amarilla en que sólo por el día brilla su luz condescendiente y tan segura como en la alborada llena de una luz segura como el sol en el día. Cuando en el embate de creer en la seguridad de la niña en ese bosque llamado “El Tupido”, se aferró más al desconcierto en dar una penitente caminata por el mismo bosque en que se pierde la niña dejando atrás a la flor amarilla y tan llamativa como el cerrar y abrir de ojos de la niña. Si la niña Flor y perdida en ese bosque caminó y caminó y se alejó más y más de la cuna y del camino original, cuando ocurrió lo peor un desastre, por el cual, la niña Flor cayó por una ladera de fango, la niña no se imaginó que vería otra vez a la flor amarilla y aunque era de noche la vio más llamativa que nunca más. Cuando la flor amarilla persigue a pie y a sombra a la niña llamada Flor. Cuando al fin y al cabo, quiso correr por el bosque y sí que corre, pues, en su forma de creer en su infantil infancia la niña recordó cuando de niña sus padres Juan y Julia la llevan al bosque “El Tupido”, a correr por los alrededores, pero, sin percatarse de que el instinto se debió de sentir con temor, y miedo y horrores de vida vivida, pero, no, Flor no tenía miedos ni horrores de existencias, cuando a ese bosque ella lo conocía de rabo a cabo, y sin poder creer en el miedo y en el temor corrió tan rápidamente que más se pierde la niña Flor en dimensiones extremas de ese bosque tupido. Y sus padres dormidos desde que el atardecer con la flor amarilla los duerme por encomiendas de la vida y de la cruel existencia de vivir bajo el mando del total silencio se duermen bajo la tutela del mismo cielo y tan brillante como el mismo sol. Y la niña Flor más alejada y perdida de la cuna y de lo original del bosque “El Tupido”, cuando la niña por fin mira una fruta, la fruta más sabrosa del bosque “El Tupido”, cuando por fin se vio friolera y tan transparente como el diamante pulido y sin ser espurio como ilegítimo se vio como a un diamante, y su olor de niña a fresas se convirtió en fango y malos olores, pues, cayó por una ladera llena de fango. Cuando la niña Flor se da cuenta de que el bosque como comienza finaliza y que no tiene otra escapatoria que el mismo comienzo o principio del bosque llamado “El Tupido”, como un extraño deseo de esos en que se convierte en el mismo trance de la existencia. Cuando en el juego del bosque y la insistente insistencia perdida entre el sueño perdido de Juan y Julia, se debió de creer en el trance imperfecto de la verdad de que sí estaba y se halla perdida en medio del bosque “El Tupido”. Y las ramas en caoba, nogal y del roble pintan alfombras con sus flores a los pies de Flor y más siendo la del roble. Cuando por fin se dedicó en ser como la flor perdida, pero, jamás, como un sólo desastre de esos en que el instante se dedicó en ser como la flor más perdida de un siniestro y tan cálido como lo es vivir en ese bosque y tan sólo como la Flor perdida en ese mismo trayecto y camino. Y Flor perdida se dedicó en ser como la misma mala suerte cayendo en baches y en fangos, y más que eso tratando en volver y ve la niña más y más a la flor de color amarillo muy llamativa y muy hermoso su color como el sol mismo. Cuando, de repente, se vio la niña Flor como la misma flor amarilla y tan llamativa y tan brillante cuando quedó como la misma flor amarilla varada allí mismo y sin poder salir ni ver la salida de ese principio de ese tupido bosque llamado “El Tupido”. En el tupido bosque había árboles secos como feraz, con grandes raíces, y grandes ramas y tan altas como el mismo cielo. Y no habían animales, pues, la flor amarilla se encargó de que la niña no viera jamás ni un sólo animal feroz en el bosque. Porque cuando en el reflejo del espejo hermoso de esa flor brillante y llamativa de color amarillo, quedó como un espectro alucinador o un fantasma en teofanía, cuando quedó como el más de los bellos fantasmas del bosque “El Tupido”, cuando en el trance de la verdad se vio friolera como el mismo hielo, pero, la niña Flor convertida en una flamante flor quedó como esa flor amarilla varada allí mismo en el bosque “El Tupido”. En ese bosque se edificó la esencia y más la primera insistencia de querer amar lo que más se vio en el alma fría de Flor, cuando se electrizó la forma de dar una sola verdad, cuando en el alma se vio como la esencia fría como el desenlace frío. Y Flor como toda flor descubrió el siniestro cálido de todo un sol al amanecer del otro día en el bosque más temible por muchos. Y se dio como todo mal percance de creer en el mal directo y en el corazón amando como nunca jamás, cuando en la mala situación en dar una conmísera insistencia se dedićo en ser la flor más hermosa del bosque “El Tupido”, pero, falló en algo que sería como la flor amarilla y tan llamativa y hermosa y tan bella como el mismo sol abriendo rayos en el propio cielo. Y se desató la tormenta y la lluvia en el bosque “El Tupido”, y Flor sin saber se resguarda y se guareció bajo una palma muy alta, pero, el fango del suelo sólo la ensució más y más a su pobre vestido. Y, llegó la noche, otra vez, y se desató la ira de la niña y vio, otra vez, la flor amarilla cuando se derrumbó su insistencia y su ineficaz salida en el bosque “El Tupido”. Y Flor decide perseguir y seguir a la flor de color amarillo y esta vez la llevó por el mundo mágico de la vida de color amarillo persiguiendo al sol en el mismo cielo. Y la niña Flor, persigue el rumbo y la dirección correcta en saber que su mundo se siente como el pasaje de ida y sin regresos, cuando en su momento se electrizó la forma más inadecuada. Cuando en el ademán frío de sus manos, quedó como el siniestro cálido del sol, y queriendo abrir el desenlace álgido quedó Flor como la niña más hermosa de todo el bosque. Y, así, fue el instante en que se vio universalmente atraída como el mismo desenlace frío e inmortal, y tan letal como la misma flor y de color amarillo. Y la niña Flor, quedó como el trance de la misma verdad cuando abrió a la flor de color amarillo y vio la salida y el camino a seguir y tan correcto. Porque cuando a la verdad se vio fría e indeleble como esa rosa de color amarillo, quedó como el mismo bosque tupido, y por creer en la correcta dirección que la llevará a la salida de ese bosque “El Tupido”.
Continuará…………………………………………………………………………………………….