Te quiero ausente y en esencia
cuando llega el invierno
y el cielo gris enmudece
mi almohada dolorida.
Te odio en el mundo real
cuando rechinan
tus últimas palabras
entre las paredes de mi casa.
Olvido quien dices ser
cuando estoy contigo
y compruebo que estoy mejor
sin que me hagas daño.
Quizá ya no te quiero.
Solo quiero la idea de ti:
ese que fuiste por momentos;
el que me hacía reír y conseguía
que amase el cielo nublado
porque la luz era más nítida
en sus preciosas fotografías.
(Espejos. Redes. Mapas.)