SUEÑO CREPUSCULAR
A la hora del crepúsculo, cuando el crepúsculo arde
fragante el deseo se sacia de tintes rojos,
que va dejando esparcidos el sol de la tarde
entre retamas y juncos senderados en el gozo.
Es la hora de mirar lejos, libremente abstraerse,
recorrer el interior con la yema de los sueños,
ceñir la fresca cintura de la vida, sostenerse.
Dulce sabor, sentir la miel del aire boca adentro.
Es hora de paz y sugestión, de ver con ojos nuevos
un cielo nuevo, de nacer de nuevo. Hora de suspiros,
y de engendrar los propósitos con el alma en celo.
¡Sin temor soñar, pues de un sueño hemos nacido!
Ángel Alberto Cuesta Martín.