Después del sol la vida cobra vida
y el faro de la noche abre la puerta
al barco que refleja, en su cubierta,
los haces de una luz desconocida
flotando en rumorosa despedida
tras esa bruma azul que se despierta,
del blanco de las olas, a la muerta
esperanza de hallar una salida.
El paso de este estrecho me confunde,
Caribdis a babor en remolino
y Escila al estribor con seis cabezas.
Si Circe se equivoca y se nos hunde...
¡Penélope! ¡Telémaco! ¡Mi sino
será vacío, igual que mis proezas!