Hay Mujeres como estrellas en el cielo,
parecidas y tan diferentes entre sí,
con su brillo frío característico de hielo
reflejados en sus labios color carmesí.
Hay Mujeres de voces apagadas
que una vez fueron fuertes,
pero que gritan en el silencio de sus almohadas
por querer escapar de tiranos de muertes.
Y también hay Mujeres de brillos intensos
que se reflejan en la fuerza de su voz,
gritan por las silenciosas de dolores inmensos,
pues saben que su grito resulta ser terrible cos.
Hay Mujeres también fuertes
y solitarias a la vez,
no necesitan capas de héroes inertes,
pues, su corazón es temple de su tez.
Hay Mujeres divinas
que se pierden en el fuego de los infiernos,
si osa algún hombre arrebatarle sus sabidurías prístinas,
conocerá de sí mismo el ardor de los avernos.
Puede que el cielo sea estrellado,
con esa oscuridad que inquieta y le caracteriza,
sin embargo, hay Mujeres siempre a nuestro lado
brillando con esa luz que las visibiliza.
Hay Mujeres que soportan
dolores inexplicables,
como seres de luz que se comportan
como divinidades inquebrantables.
Por eso, yo a veces me dejo llevar
por las rimas que hay en su ser;
de alguna forma así me puedo salvar
entre esos versos que han de poseer.
Así he de hacer mi poesía,
con esa luz absoluta y divina,
dentro de su cuerpo hecho de fantasía
como poema de rima supina.
Así deseo terminar mis días,
con esa luz que en sus ojos ha de existir,
pues hay Mujeres llenas de melodías
de las que sin música no querré vivir.