Fuimos la imagen de una ciudad
purgamos testículos en los callejones
el cuero contra la zarza
la autofagia y el canibalismo
Hablaré del juicio que estampó
los rincones de la carne
del instinto por las jaculatorias
y no pasara inadvertida la felicidad
del mal camino
supervivencia en esta ciudad
donde hay un inventario
mío
nuestro
de nosotros todos
el dolor y sus advocaciones en cada sobreviviente
nos sentamos en la silla del inquisitorio
pulimos el mismo espejo que alguna vez despedazamos
para amansar las costuras del animal
Ahora que no soy francotirador
puedo hablar con inmoralidad
aunque a veces me muerdo el labio para no asesinar
el vuelo de algún pájaro
Nadie me espera
hoy ni ningún día
pero aún salgo una y otra vez
entre los muertos como cualquier equilibrista