Ayer nos bebimos con la piel
en la boca de la primavera
como si nos pudiéramos beber
una lluvia de estrellas.
Nos bebimos a nosotros
mismos como si fuéramos el mar
que se bebe el cielo con los ojos
de su espejo en su eternidad.
Nos bebimos el alma
como una flor
vestida de mariposas, de agua,
de música, de lluvia y sol.
Nos bebimos el aire de nuestros
corazón cantando en su baile
como si no existiera el tiempo
aunque pasará en un instante.