Las palabras se agotaron
en el estéril pensamiento
y en la pluma decadente
porque no hay sentimiento
en el arcaico presente;
las letras se extinguieron
no hay quienes las escriban
porque nunca y jamás sintieron
la musa y el temple que permitan
adornar el amor, pasión y sentido;
sólo el poeta enardecido
compone desde muy adentro
poemas, cánticos y sonetos
que fluyen cómo días florecidos
en medio de la cálida primavera;
aunque el poeta no exagera
busca el ritmo con sentido
para redondear sus proezas
que a los lectores embelesa.