¿Es que la sangre de Allende en
La Moneda no fue suficiente?
¿Los que desapareció Videla
son nada para esta gente?
¡Cuantos más han de morir,
cuántos derramar su sangre!,
¡cuántos más en esta tierra!,
tierra de oro, tierra de hombres,
tierra de cobre, y minas,
tierra de Jara, y de Guevara,
tierra de Lucio Cabañas, y
Genaro Vázquez Rojas,
Tierra que se desgrana
por las laderas del monte,
que hoy se cobra la rapiña
de aquellos que la lastiman
con el hacha y siembran coca,
los que siembran marihuana,
o a lomos de mula llevan
la droga, porque el maíz no
les brinda para una vivienda
digna, lo mínimo necesario.
Porque el grito libertario
del que presume el político,
es cuento mítico. Es sueño,
del explotado. Del labriego,
y del orfebre, del pobre y
la clase media, que el más
poderoso asedia con armas,
con vicio, con el circo y con
comida chatarra con la
que entretiene el hambre,
como si fuera un manjar,
Por la costumbre de dar
–y me refiero a la gleba-,
da la vida y nada espera
hasta que se vuelve fiera
que busca hacerse justicia.
Y si la vida nada vale,
con un singular alarde,
se enfrenta de noche y día,
al soldado y al gendarme,
contra balas, a pedradas,
contra escudos: gritería,
Contra los tanques no hay nada.
Solo echarse a correr.
O de plano dar la vida.
Por eso pregunto yo,
¿Cuántos más han de morir?
¿Cuántos desaparecidos?
¡Cuántos por las ambiciones
De una punta de cabrones!
Irán a morder el polvo.
Del Cono Sur al Río Bravo.
Y desde Oriente a Occidente.