Y veré las esplendorosas higueras,
viento verde en primavera
y amarillo ocre en otoño,
anunciando el frio venidero.
Y las bandadas de nubes
coronando lo más alto de la colina,
donde se mecen las encinas
preñadas de viento y niebla.
Veré las blancas casas del Roero
sobre la ladera de la montaña,
como bandos de palomas
con sus alas abiertas al cielo.
En la otra pendiente
el barranco de escaso caudal
que en la ribera su agua vierte,
y mi juventud me hace evocar.
En sus orillas árboles y arbustos:
chopos, fresnos, sauces, olmos;
adelfas, retamas, hiedras y romero,
con la flor de la jara, por ello muero…