Si tus sombras vienen a buscarme y respirar
la vida de mis luces que en tibieza amparan
y menguan el rigor de un invierno que se va,
sabré que el destino ha querido besarme.
Si bien, como al principio, soy de barro
y ya he cantado de mi finitud el peso,
puedes encontrar callado abrigo en tanto
te detengas a mirar algunos dones.
Y verás esferas tal vez desconocidas
que de perfecta redondez no te haya hablado,
como de un cuarzo pulido o mármol blanco
aunque puedan excederse en el cotejo.
El lírico cantar no se despega de raíces
que absorben lo que saben y el saber las nutre
de toda la savia que se abrirá en follajes
ricos en abrigos y en amparos ricos.
No sé cuál será el destino de estos amparos
pero hay frío afuera y acá esta tibio…
Me siento besado y tal vez tu sientas
parecido beso en este desolado invierno.
De mi libro “De poemas que morían”. 2017 ISBN 987-4004-38-3