El mundo susurra un tiempo, al oido de la nada, suena aunque no caiga ni un arbol, los versos del pasado corren la voz y las caricias del recuerdo, cierran la boca para no arruinar nada, suponen que en ellas, la vida se detuvo a contemplarlas, aun cuando correspondieran a un centimetro del tiempo, en el que la frescura de un beso encarcelaria la memoria al recuerdo de su piel.
No existe ningun tiempo, que en la infinidad declare su vida, ya que cuando abre los ojos, la muerte le espera en la puerta y otro minuto se lleva el premio. La vida supone un verso, que es escrito desde multiples momentos, al cerrar los ojos, al parpadear y al domir, a veces tambien al despertar y hasta al acariciar al amor, sin embargo, desde su eternidad, el sol no se pone y la piel no mengua con la lengua, ni con la mano.