Golpe de mar

Mercurio

 

 

Estudio de mercado sin encontrar un recipiente.

 

No hay medida ni cabida.

 

Borbotones de un caos dulce.

 

En el revolcón de una ola,

se confunden los oídos en las volteretas del abrazo.

 

Se mezcló el arriba y el abajo.

 

Mis aletas arrancando el aire al agua,

conjugando tus burbujas con mis fuerzas.

 

Uvas blancas intangibles, 

instantáneas que obsoletan el presente

mientras piden un lagar 

en el silencio del azul.

 

Embrujo de una espuma acompasada.

Los djembés al trueno en pieles de león.

 

Mis extremos sin lindero en el teorema de Pitágoras,

por tu orilla, desleídos

en maternal zozobra. 

 

El sueño erecto hasta las cumbres,

orgasmo en los nuevos horizontes.

 

                                         Renacer.

 

Confite, un rumiar a dentelladas.

Esqueletos de los pólipos retrógrados.

Vital particulado

liberando la prisión de los aullidos.

 

Dos corazones siameses achicando agua salada

en un barquito de papel. 

 

Borrasca casual a contraviento de mar gruesa.

 

Babor y estribor, popa y proa, puente de mando,

también el casco y las cubiertas, ancla y hélices.

 

Tú y yo en congruente disposición.

 

Maqueta estanca calafateada 

por besos de algodón,

por la brea de las salivas.

 

El coraje del amor en los oficiales de primera.

 

Así dejamos de ser dos, perdimos cuerpo,

desvestidos tú y yo.

 

Celebrando la unidad en masa madre fermentada.

Horneados con la leña del esfuerzo sin dolor,

con las llamas que nos crecen, que caldean alrededor.

 

El abrazo alcanzó un triste consuelo.

 

No nos da.

 

Exigimos un delirio de ilusión.

 

Ser dos gotas de mercurio sin plural.

 

Se funden, brillan, pesan, 

raras en pureza.

 

Sólo contenido, dúctil,

sin perder las formas 

de cualquier otra realidad.

 

Un sólo nervio envenenado de sí mismo

en el reflejo del homónimo. 

 

Tú, yo,

 

                 Nosotros.