Apenas un hilo
de viento
despierta la mente
y conduce sereno
al arroyo en calma
de finos juncales
y arenas salinas
donde danzan
las aves.
El sol ardiente,
herido de utopía,
trasluce el aire
de los prados negros.
Atónito, el sonido
bronco retumba
en el agua clara
rompiendo la rutina
insolidaria
del miedo.
En los poderosos
ecos de la Razón,
fecundados
por el Pensamiento,
el progreso sucumbe
ante los tiempos nuevos
imperecederos
de las Letras.