Tal vez sin haber nacido, sin el calor de la sangre,
ya pensaba en los dolores y alegrías conjugadas,
que estarían en mi vida y en plenitud de amores
como hoy existen conmigo.
Y después de estar inserto en la cárcel de mi cuerpo
sobre ese manto de arenas y en el rumor de mi río,
yo sigo viendo dolores y alegrías que palpitan
en miradas.
Me he quedado mirando esa bondad de sus caras
así no miro la mía, porque ellas se han llevado
lo malo que en mí había, y en la mía quedaron
sus sombras.
Y puedo asomarme a la tarde tras lo vivido en el día
sin miedo a la noche escura y esperando otra aurora
sabiendo que a los dolores los borran las alegrías,
del todo mías…
De mi libro “De esas musas veladas”. 2019 ISBN 978-987-87-0096-0