Hiciste de esta tarde la espléndida vertiente,
el agua en nuestro rostro trepida en candilejo
con gotas de memoria, caricias del espejo,
retiene los instantes la pausa del poniente.
Ocaso intemporal, tu imagen es un puente,
el centro de la hoguera, del mundo un gran bosquejo.
Las formas se incineran con ritmo tan perplejo
y llenan de sonrojo presagios del presente.
Las llamas nos consumen, desnudan fantasías
las horas oportunas alientan melodías
y guardan largas sombras: el mundo y nuestro amor.
Sorprende el embeleso del Tártaro interior,
el fuego nos envuelve con el atardecer,
con rojo se matizan escenas de placer.