Gustavo Leni

NIDO VOLCANICO

Raíz de aurora primaveral

fría aparentemente fría

pero tibia o ardiente

según el beso que te cae

desde mi boca.

 

Lo primero no tiene

importancia real;

pero en lo segundo

comienza una quemazón

a momentos incontrolable,

a ratos sostenida

y por último consumida.

 

Y entonces como un volcán

que se enoja, emerges crepitante

de tu letargo y te conviertes

en lava salvaje

y te abalanzas

cubriéndome todo

quemándome todo

y tu torrente hirviente

me arrastra por la tierra

hasta que tu quietud

me petrifica a tu esencia

y me convierte en el guardián

de nuestro nido volcánico

que protege

nuestro sueño nocturno.