Hoy te vas de mi vida sin saber que has llegado
bajo un soplo de llanto y un sopor de ternura,
bajo el cielo azulado y el argüir de locura
donde al sueño furtivo se acabó desgraciado.
Hoy te vas de mi vida sin estar a mi lado,
un dolor muy cansino propinó la alborada
y en el lienzo de guerra me dejaste en la nada
con los ojos rendidos por haberte llorado.
Hoy te vas de mi vida, según tú por ahora
sin decirme qué pasa con la risa furtiva;
hoy te vas de mi vida, no dejaste que viva
la suprema experiencia de una sombra que adora.
Hoy te vas de mi vida donde posa el cariño
como trémula forma que pensaste algún día;
ya te vas de mi vida donde solo agonía
es el temple que deja mi recuerdo de niño.
Samuel Dixon