Yo nunca olvido aquella tarde de primavera
cuando las flores lucir solían todo su encanto,
tú, tras la reja cortabas flores para la mesa
y oías con alegría, de ruiseñores el bello canto.
Yo por mi parte te devoraba con la mirada,
eras mi musa, dulce princesa de los abrazos, que presentía,
mientras corrías hacia mi encuentro apasionada,
y nuestros cuerpos se entrelazaban con picardía.
No habrá pintura que nos retrate, ni melodía.
que fiel exprese aquellos trinos, esos gorjeos
de pajarillos allá en la fronda primaveral.
La vida pasa, hay otros cariños y enamorada,
ese rosal no es el mismo, ni tampoco la alegría,
pero esa vivencia aquí en mi mente sigue guardada.
(Chofa)