¿Quién vendrá esta noche
cuando todos hayan dormido?
El sonido en un estado monótono
se expande, gira, se levanta,
huye al horizonte
en la espera de alcanzar la utopía
que deja tras de sí mismo el ocaso.
Mientras aquel cuerpo nocturno
devora la existencia de la luz
en el abismo de este insomnio
que perdura, resiste, repta
al abrir el baúl de los sueños.
Esta inmortalidad extraña
abrasa el allende frío de mis labios,
el alba marchito de mis ojos
sigue, busca el marfil del mañana
perdido en las cenizas del recuerdo.
¡Difícil es beber el trago amargo
la hiel de esta hora incierta
oh, invasión de madrigales muertos
bonanza lejana, vesperal.
Absorto yo miro aquel firmamento
el cúmulo vacío de mi promesa
incontenible deseo de mis manos
de alcanzar esas tenues luces
el último aliento azul de la estrella.