Como amapola en inmenso prado
un joven a su paso
de ella queda prendado.
Por su belleza salvaje
y su aroma almendrado
despierta el deseo sexual
del más acendrado.
Con la antesis de sus pétalos
al placer él queda convidado.
Cuando liban el dulce néctar
el sueño se ha profundizado
sin saber, si con el hoy
habrá un mañana apasionado.