Son las seis de la tarde en tu sonrisa y media
y en el silencio largo de tu mirada
de mujer hermosa bajo la lluvia.
Hay profundos desequilibrios mecánicos
en las rótulas de tus rodillas
y algunos errores en las etiquetas de las botellas
vacías que ruedan, vienen y van...
Yo no entiendo porque me siembras
de tanto volumen la orfandad de mis dudas
mientras los ojos de la tarde se mecen
y finalmente se desmayan.
Tú llenas con palabras de amor
todos mis sueños ya prorrogados
pero siempre me niegas
sin trampa y sin reposo,
tu manzana más verde.
Ruedan con puntualidad antiguas piedras
-lágrimas- hasta el borde ansioso
de un abismo donde la piel está despierta.
Las olas menudas, casi dormidas
aquí llegan vestidas
de hermosas escamas blancas.
El viento rompe los cuentos florecidos
y los viajes en las hojas de tus libros mientras
dulcemente quiebra los bordes
ansiados de tus labios líquidos.
Ahora... Voy a abrir las pocas luces
que me quedan
de toda esta noche negada
que se avecina...