Rizos caían del cielo
como en hilos luminosos
que además de ser hermosos
le llegaban hasta el suelo.
Se enredaban como pelo
en caminos muy boscosos
y entre árboles muy frondosos
había uno de ciruelo.
Y aquel bosque le impedía
que su pelo iluminado
penetrara en la abadía;
sin embargo, el verde prado...
¡Con más fuerza brillaría!
¿Qué será lo que ha llegado?