Annabeth Aparicio

La diosa de la tarde

El atardecer en sus párpados de púrpura y de oro 

enciende las últimas llamas de los amantes

que se dan amor a escondidas, murmurantes

cuidadosos que nadie importune su tesoro ...

 

 

Yo serena, contemplo a Venus, su maravilla

que mientras su pulcra desnudez deslumbra 

va dejando su rastro en la saliente penumbra

cual si fuere cinderella perdiendo su zapatilla...

 

 

¡Oh, fuego sensual y rojizo, arde 

en sus pupilas desde la lejanía 

cual antorcha de Héspero, latiendo!

 

¡Y ese fuego que en éxtasis estoy sintiendo

es cuando en rica y en dulce fantasía 

soy acariciada por la diosa de la tarde!