La noche avanza,
así como tus sueños
y pesadillas.
Hay un paréntesis.
En medio te despiertas.
Estás sudando.
Es por la fiebre,
la gripe te atenaza
muy fuertemente.
El primo invierno
te deja su regalo
muy sibilino.
Abres los ojos
y buscas las estrellas
tras la ventana.
Pero sus luces
confusas y difusas
no las distingues.
Tiemblan tus labios
por culpa de la sed
y la fatiga.
Te duele el cuerpo
y estás como flotando
sobre la cama.
Larga es la noche
y larga la batalla
contra la gripe.
Pero vendrá
el día y la mañana
con esperanzas.
Y volverá
la risa hasta tus labios
una vez más.
Rafael Sánchez Ortega ©
17/03/23