Un verso se me deshoja
rojizo bajo el hayedo
temprana vendrá la brisa
a descender del otero
donde un agua transparente,
plata de luna en espejo,
fluye para que dibuje
estrellas por tus cabellos.
Un verso se me deshoja
bajo la piel del almendro
que es testigo mudo y sordo
de la magia del encuentro
de la noche con el día
en las matas de romero
donde aquello que se fue
continúa su trayecto
y que a veces nos regresa
como el rayo trae al trueno.
Un verso se me deshoja
y al aire va su reflejo
de rama seca y dormida
en grises de otoño viejo.
Un verso se me deshoja
tras sombras de lluvia y cierzo,
y nieblas que han de llevar
sus términos más espesos
que solo nos dejarán
rastrojos a ras de suelo
y solo rebrotarán
después de otro crudo invierno.
Un verso se me deshoja
y arrastra mis sentimientos;
y a lo lejos, la llanura
lo extiende en escarcha y hielo,
desplomando sus vocales
en lágrimas y recuerdos
por el camino perdido
al ocaso de los cuerpos,
donde el musgo es oración
bajo el mármol, sobre el viento,
donde partió un corazón
buscando seguir latiendo.
donde yace la pasión
en espera de lo eterno.
Un verso se me deshoja
y con él, mi pensamiento,
que se viste de borrascas,
de tristezas y lamentos,
de metáforas ausentes
de vida y voces en duelo,
que sangran horizontales
y quiebran verde el acento.
Olvido de primaveras
que nunca verán sus restos.
Un verso se me deshoja
por las orillas del sueño
intangible de la vida
en la amplitud de los tiempos.
Los tiempos en que el amor
atraviesa el desaliento
con la fuerza de su ser
aferrándose al deseo
de redimir otra vez
nuestras entrañas del fuego
(donde pudimos arder,
si ardimos, aún ardemos)
porque tu voz, oh mujer,
prendió la hoguera de nuevo,
porque por ti, sin querer,
crece la luz por adentro,
porque por fin comprendí
que del amor somos presos
entre grillos y barrotes,
entre caricias y besos
como nunca imaginé
que volvería a tenerlos,
como sé que solo en ti
una vez más hoy los tengo.
¡Cómo sabes que lo sé!
¡Cómo sé que nos sabemos!
Dos aves en libertad
que buscan llegar al cielo
de las alas del presente
y emprenden juntas el vuelo.
Un verso se me deshoja
y se lleva mis silencios
las rimas que eran heridas
y cicatrices del verbo;
eufemismos de una historia
guardada en el cementerio.
Contigo vivo la gloria
y debo reconocerlo:
Que me siento en plenitud;
más que cual fue, y es un hecho.
Un verso se me deshoja
letra a letra hasta tu pecho,
un verso, mi tibia rosa,
para decirte: ¡Te quiero!