No te ocupes, yo comienzo el juego,
con el poema, la canción y el primer te quiero.
Pero tú te quieres más de lo que creía,
yo me enamoro más y me ganas la partida.
Después vienen las rosas;
primero una, luego un ramo.
Después no te saco de mi mente,
desde el invierno hasta el verano.
Pero tú te quieres tanto
que prefieres más tu encanto
que cubrirte con el manto
de mis brazos y mis besos.
¿Desde cuándo es que no enamoras
ni liberas esos ojos caprichosos?
Las heridas son parte del juego,
no todo siempre es asombroso.
Pero esta bien, juguemos a enamorarte;
que de todos es el más bello arte.
Al que juegan los enamorados, y en parte,
tú y yo. ¡No tardes, aquí voy a esperarte!
Juguemos: a veces dices si, a veces no.
Vengo te vas, te vas y llego,
¡Y se aviva en mi pecho ese fuego!
Recalculemos, y sigamos en el juego.
Pero ni el ramo, ni tampoco la rosa,
la canción, ni mucho menos el poema en prosa,
resuelven mi suerte que es desdichosa.
Pues te quieres y te quieres, mujer caprichosa.
Tú te quieres tanto olvidar del amor
que matas de un golpe mis intentos
de mostrarte que el amor no solo es dolor
sino un juego de mil sentimientos.