Pensabas que yo nunca te pensaba
creías que en tu amor yo no creía
soñabas que tampoco te soñaba
mentías… ¡pero yo no te mentía!
Pintabas lo que nunca yo pintaba
decías lo que nunca yo decía
callabas, lo que yo también callaba,
que mía, solo mía… ¡tú eras mía!
Y ahora de repente mi alma llora;
perdona, si yo siempre contradije,
pues clamo y hasta el cielo sin reclamo;
y es tarde, pero mi alma te lo implora...
Te digo lo que nunca yo te dije:
que te amo, porque sabes bien que... ¡te amo!