hazme sentir tus pisadas
en la explanada de mi dorso
que te tome por sorpresa
la perfección con la que tus manos
de seda se acurrucan en mi piel
que mi estirpe de cobre
acabe con tu proscripción
y retornes al resguardo de mi cuerpo
que la pujanza de mi entrega
le quite el aliento a tu éxtasis
más allá de lo ya previsto
-en el oráculo de los suspiros-
habítame y forja en mí un templo
repleto de mariposas multicolores
y que mi mutismo sea un mensaje
para la inquietud de tu candor