Pienso en su sonrisa, helada,
inquieto de su mirada, hiriente,
más siento su cercanía, lejana,
aún, sus ojos miran, sin ver
La luz envolvía la escena
una mirada perdida en olvido.
Su cuerpo tendido, inerte;
las olas, al ver, retrocedían
Unas gotas gravitaban derredor
en tinta negra, y describían,
y eran gotas de sangre oscura,
ya reseca en costras, hablaban
Su piel, de pergamino, raído,
secretas fórmulas de amor
enmascaradas por el dolor,
y el abandono lleno de rencor
La arena ocre redibujaba
sobre aquel el inerte cuerpo,
cicatrices tornasoladas de vileza
de irracional agresión salvaje
¡Y… ya, no volvió a sonreír!