No soy yo, siniestro Dios en el arrollo,
Ni por derecho cuajo de hiel amarga,
No es del ciego el bastoneo cruel
en la batalla,
pues tú me sirves dulce pan
envenenado de mentores,
en cambio yo, clemencia, sin rencores,
cambio perlas, piedras rosas y mis soles
y hieren mis manos, tu sapiencia de traidores.
Vivo libre como rey de mis señores.
Vives como berracos señores, de mi rey,
copia fiel del clon que no se honra.
No soy, del Ciel, ni de la gloria
Soy yo, sin ser otro en mi memoria,
deja descansar mis pies en cangilones,
que me eleven dónde la jungla, ni se oye,
lejos, impenetrable y sólida,
deja, que el aguacero erice su bandera,
rojiza y clara, de pardo sol atardecido,
deja, que siga soñando sin sotana,
para llegar a mi Dios,
que no me engaña.
Sin plegaria...
Soy yo, sin ser otro en mi memoria.