Pudimos inventar un mundo lleno
de bellos y románticos jardines;
con esas rojas rosas que trasmiten
mensajes de pasión y gran deseo.
Quizá nos hizo falta el dulce aliento
que tiernas ilusiones siempre visten;
con esas primaveras tan sublimes
que guardan el follaje de lo eterno.
Por eso nuestros sueños se esfumaron
lo mismo que la luz en densa niebla;
haciendo de esplendor un mustio rastro
que oculta del amor su regia estela;
y nubla el corazón, que enamorado
un día se embriagó de tu belleza.
Autor: Aníbal Rodríguez.