Fue bueno, dejar el nido para iniciar el vuelo.
Fue bueno, aquel trote cansador, que desarrolló nuestro físico.
Fue buena, aquella exigencia académica que hizo aflorar nuestras capacidades.
Fue bueno, convivir con personas tan distintas, que nos enseñó a comprender que nuestra realidad no es única, y que la compartimos con otros.
Fue bueno, vernos obligados a comer aquello que no nos gustaba, para valorar aquel alimento que nuestra familia nos prodigaba con amor.
Fue bueno, tener que soportar dolor, para conocer que podíamos soportar y superar nuestros limites conocidos.
Fue bueno, vivir bajo un reglamento exigente, para desarrollar nuestra capacidad de adaptación y disciplina.
Fue bueno, aquel trabajo extenuante y de largas jornadas, para desarrollar nuestro concepto de \"trabajo terminado\" y \"trabajo bien hecho, a la primera\"
Fue bueno, conocer lo ruda que es la vida del marino, para buscar y encontrar la compañera de vida adecuada.
Fue bueno, tener que dejar a nuestra familia e hijos, para que supieran como continuar cuando no estemos.
Fue bueno, aprender a obedecer, para hacerlo con responsabilidad cuando nos tocase una cuota de poder.
Fue bueno, el momento en que decidimos irnos; o nos dijeron \"debe irse\", porque era el momento preciso para una nueva vida familiar.
En fin, fue buena cada singladura, porque nos permitió llegar al aquí y el ahora, después de 42 años.
Fontana de Tritone